miércoles, 19 de noviembre de 2008

La posesión



Yo tengo un amante secreto que es mi dueño. Me domina, me subyuga y me arrastra en desatino cada vez que lo ordena. Me violenta, resquebraja mis fuerzas y me deja temblando de los pies a la cabeza. Soy su esclava voluntaria, sierva débil ante sus impaciencias. Me toma por la fuerza y me posee. Se conoce todo mi cuerpo y hasta lo más íntimo de mi cerebro. Lleva ventaja sobre mí y me ordena.Obedezco. Rendida a sus deseos desfallezco.
No sé qué extraño poder ejerce; pero me entrego y al final de la batalla, cuerpo a cuerpo, disfruto en silencio los delirios que ha vertido sobre mí. Entre mi amante y yo existe un pacto secreto no sé desde cuándo.Y yo sucumbo rendida en cada encuentro. Sus locuras me envuelven y me hace su cómplice; desenfrenadas locuras que dejan huellas indelebles sobre mi piel y mi esqueleto, ese ser extraño de este o de otro mundo, que llegó a mi vida para hacerme crecer por fuera y por dentro, es mi dueño. Invisible amante, tangible ; pero secreto.Toma mi mano con la suya y haciendo maravillas, locuras, desacuerdos, la lleva donde quiere hasta quedarse quieto. Después sonríe, me besa y desaparece. Entonces...
En la página virgen sobre mi escritorio, se han dibujado cientos de caracteres, que logro descifrar con ayuda de la imaginación maltrecha que ha sobrevivido a la entrega. Enlazo letras, ordeno oraciones, coloco signos y leo el mensaje a veces loco, que resulta mi texto. La pluma caliente se queda estática y mi cuerpo relajado desentumece sus miembros. Así, una y otra vez, siempre que a mi musa extravagante se le antoja el regreso y vuelve a tomar mi mano con la suya y repite los excesos. No sé desde cuándo se convirtió en mi amante, violento y tierno, loco y cuerdo; pero yo me rindo y lo sigo esperando con la página en blanco y mi cuerpo dispuesto.
Ser extraño y bello. Días hay en que se aparece alegre y pienso que va a jugar con las letras; pero sin advertirlo se torna triste, me arroja nostalgias y añoranzas sobre el tintero y termina por llenar las páginas de historias que hasta a mí me duelen cuando las leo y acabo llorando por tantos recuerdos, recuerdos ajenos de este ser divino que no supe cuándo se apoderó de mis sentimientos; ni sé de dónde vino, ni si es inventado o verdadero; o si es aquella estrella que yo desde niña miraba debajo del alero y que veía tan lejana en mis anhelos, quizás descendió del cielo para cobijar mis sueños. De cualquier manera, yo lo espero. Mis textos tienen autor y yo… dueño.Y si ustedes desean, a ambos se los presto, para que me paguen con creces el apoderarse de mis sentimientos; de todas formas, con ellos, yo siempre me quedo.

1 comentario:

Adela Casado dijo...

¡Qué belleza la de este sitio! muchas gracias.
Un abrazo, AdelA