martes, 25 de noviembre de 2008

Historias indefinidas de mar y tierra



En playas de nadie o de todos; en arenas de alguien o de ninguno; en tierras propias o ajenas: la gente habla. Gentes de cerca o de lejos; gentes de aquí o de allá, simplemente gentes. Y la gente habla de las demás gentes, de las cosas y sucesos. Así, entre gentes diversas, en playas, en arenas, en tierra; de nadie o de todos, de alguien o ninguno, propias o ajenas, las historias crecen y esta, creció tanto que todavía se cuenta. Un narrador contagiado desplegaba así su imaginación:
"Naufragio como aquel no ha habido otro. El barco era la casa para los hombres de mar. Navegaban por meses y le robaban al año algún día para visitar a la tierra. Entre azul y azul compartían tiempos hermosos para el amor, el trabajo y la amistad. Seguros y confiados navegaban por la inmensidad del sosiego profundo. Era el barco hogar de verdad, cobija para sus sueños bajo el techo de estrellas y Luna y calor de familia para los cuerpos enteros y salados; maderaje oscilante para los pies firmes; familia marinera sin fecha para puerto, unida en la trvesía y feliz en los breves desembarcos... Fue culpa de la tormenta, negro de noche cerrada sin una estrella, diríase que una fiera oscura abrió fauces y estremeció a dentelladas, el velamen; en tiempo más corto que los segundos, se perdió. La embarcación se deshizo entre el rayo y su luz. El viento arrancó el maderaje y las aguas turbulentas de un mar enojado y poderoso, se lo tragaron insaciables. Cuentan
que después de la tormenta, en la negrura de las olas, los cuerpos flotaban hermosos y muertos, a merced de la inmensidad. Algún sobreviviente se aferró a la fuerza de la vida más que a un milagro, por asidero y por ahí anda sin barco, ni casa, ni familia de mar que eran sus raíces, perdido en la tierra que se negó a albergarlo y dicen que en las rocas de la costa se le oye gemir, pidiendo al mar que le devuelva la vida. Fue horrible..."
"¿Eso es todo?" - Dice, con la mirada perdida y ausente de realidad, uno que en silencio ha escuchado el relato.
"¿Te parece poco, vagabundo? Te estoy hablando de un naufragio. Una historia verdadera del mar."
"Yo conozco de naufragios."- Afirma el vagabundo. Toma el hato sobre sus hombros y desentumece sus miembros de la carga del cuerpo. Erguido ante el narrador parece más viejo y moreno que antes. Los ojos sin brillo hieren la luz. Es un desterrado y un náufrago.
Simplemente son historias de mar y tierra que han crecido sin haber nacido y que han muerto sin haber vivido. Historia de historias indefinidas en playas de nadie...

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