martes, 1 de diciembre de 2009

A veces duerme


Hay días en que el dolor duerme. Se acuesta quedito para no asombrar a la veladora. Pareciera que es paz la lumbre y se niega a nombrar a la herida. Campanillas revuelven a la almohada compitiendo con la misa del silencio. Nadie diga que el dolor es insomne. Nadie diga que el dolor madruga en las ventanas. Diríase que duerme. Pero los párpados mienten y los pensamientos premeditan cómo esconder la sangre que duele en el pecho y amanece disfrazada de lágrima en la blancura de la almohada. Esto lo descubren las ojeras cuando el alba canta. Que nadie diga que el dolor duerme. Es un asesino silencioso que se guarda con dignidad la amargura prenne de los días sin luz. Cuando el sol pone a dormir su luz, los fantasmas del dolor hacen su presencia en las ventanas. Y que nadie diga que se cierre el postigo, esos fantasmas claros son nubes de olvido y polvo mismo de ausencia. Tiene cuerpo el dolor: amorfo e incoloro; es muy capaz de adueñarse hasta de las almas puras y es que no sabe de distinciones. Se adhiere a la piel cuando nadie le llama y convulsiona hasta estallar en los ojos. Se sienta en la cama sin que se le llame y destruye la suavidad de los sueños con alevosía. Que nadie diga una palabra en defensa del dolor: merece que se le ejecute para que jamás alguna nube adopte su forma. Entre los hornos de la sangre ha de dormir convertido en el recuerdo malsano de lo que pudo ser un tornado limpiador. No hay permiso para el dolor. Lo prohíbo, viento. Lo niego, lluvia. Lo destierro, rosa. Lo ignoro, hijo. Lo ejecuto en el sueño, Humanidad. Los ojos rojizos se niegan al sueño para que ese dolor peregrino no encuentre las ventanas abiertas y cabalgue en busca de nuevos horizontes donde le hayan cambiado el nombre y es que no quiero que visite almohadas de almendros. Si te nombras dolor, sueño… yo te destierro de los párpados de los seres amados. Con mis ojeras basta.

lunes, 12 de octubre de 2009

El viento


Hoy es un día especial. Estreno vestido y peinados nuevos. Voy a exhibir mis atributos de mujer madura por las aceras de mi calle. Es una tarde magnífica, apacible, fresca; sobre todo exenta del fastidioso viento que más que refrescar solamente arruina cualquier peinado. Todos me miran al pasar, seguramente les parezco hermosa y plena. Me siento admirada y esto despierta en mí una coquetería poco usual. Por eso y otras razones es un día extraordinario. Detenida ante una vidriera me recreo en observar miniaturas y más. No sé explicar en qué momento llegó esta ráfaga de viento tibio que deshizo mi peinado y arruinó mi vestido alzándolo hasta la cabeza; una ligerísima llovizna salpicó mi rostro recién maquillado. Creo que nadie me vio; pero el enojo me trajo de regreso hasta la casa y en el momento de abrir la puerta sentí una llamada insistente al teléfono. Acudí presta y todavía enojada:
_ Hola, ¿quién es? – Del otro lado de la línea escuché la voz entusiasta de mi mamá.
_ Feliz cumpleaños, hija. Acabo de mandarte un abrazo con el viento y un beso con la nube. Espero los recibas en cuanto te asomes a la ventana.
Yo me quedé sin palabras mientras una ternura intensa sustituía el enfado injustificado de minutos anteriores y una lágrima tibiecita hizo un caminito desde los ojos hasta la boca. Hoy ha sido un día muy especial porque he sentido la presencia de mi mami en las caricias de Dios. Feliz cumpleaños, el del amor a través de la distancia. El mejor regalo que he recibido en toda mi vida. Detrás de la ventana siempre mi cuerpo espera a la lluvia y al viento aunque no sea mi cumpleaños. Te los devuelvo, madre, lleguen hasta ti.

martes, 6 de octubre de 2009

Penélope


Para mi tía Enma, siempre

Pero tengo en el pecho, entretejido
como en la tierra una raíz…
José Martí


Penélope

¿Qué me pides? ¿Lágrimas?
Yo te las daré:
¡Si tengo el pecho de ellas tan lleno
que ya con ellas no sé qué hacer!
José Martí

¿Y tú qué me pides… ¿que escriba por ti y de ti? Acudo a las raíces del mismo árbol de donde fuimos la misma rama y te voy a cantar mis sueños y los tuyos. Yo bien sé que la savia se junta en las venas y recorre las distancias entre el corazón, la alegría y las penas. Me palpo dentro del pecho y mi pluma galopa sin cordura. Tarea tan distinta es un diplomado para mis letras.
Mi tía Enma viene de la raíz de la tierra, allí la sembraron para hacer más lindos los trigales . Los nudos de sus pies como suspiros, desandaban las guardarrayas de miel y los vegueríos. Fuego por manos le dio la Virgen y con ellas desgreñaba los guayabales y peinaba la cabeza de los santos. El cantar le viene de la cañada o el palmar, que ambos son bien murmurinos. Mi tía Enma es leona. Ahúya al grito de la Patria y de los hijos.Su alegría siempre lleva traje de fiesta; anda por la vida con un sombreso de flores para repartir; ora sobre una tumba vieja; ora sobre unas piernas mutiladas; pero la nostalgia le araña el alma cuando la distancia le inunda de ausencias. Se llena el pecho de héroes y mendigos , de ríos y palmeras. Florece en cada espina y se duerme en cada piedra. Teje y desteje cariños para que nunca falten sobre la tierra.¿ A quién espera mi Penélope de estos tiempos, si ya han desaparecido los andenes? Hay un lugarcito sobre la tierra adonde han de dormir sus agujas y todavía desde allí tejerá mantas para abrazar el frío de la Humanidad. Ahí nos encontraremos. Dame un abrazo para calentar mi esqueleto.

lunes, 5 de octubre de 2009

Mami Lucía (II)


(Con muchísimos besos más de años)

Para mi mami Lucía han pasado muchos besos más. Cuento sus años de más por cada beso de menos que no he puesto en sus mejillas. La culpa la tiene el mar. La culpa la tiene el cielo.La culpa la tengo yo: pero quiero cantarte bonito para borrar con mis labios toda aquella distancia que nos ha hecho una mala emboscada. Mi mami sigue siendo flor de cada día, mientras más días: más bonita flor. Ahora ya no presume de ser tan enhiesta; ahora presume de ser la más enhiesta, aunque yo bien sé por qué le cuesta el andar y el perfumar. Mi mami colorea la corola a su antojo. Según los augurios de las bonanzas. En verdad la quiero así. Me gusta cuando no se achica, cuando me besa y cuando la vida le abre puertas(no siempre anchas, por cierto) A veces me duele mi mami, no sé si me lastima más cuando veo su tallo marchito o cuando la sorprendo poniéndolo derechito para que yo no descubra hasta dónde ha descendido durante este último mar de tiempo. Va para mi mami este homenaje que apenas las letras entre tímidas e inquietas se asoman a la cuartilla virgen para llenar de colores cada pétalo que en la distancia me colma de bendiciones.Si te alcanzan los brazos, mami, llega hasta mí y haz que se funda tu alegría con tanta nostalgia escondida. Te estoy debiendo un siglo de besos. Te amo.

martes, 23 de junio de 2009

El deseo


Durante muchos años he reprimido un deseo. Hablo de ese movimiento de la voluntad que apetece algo, por lo que he experimentado la convicción de ser una deseosa frustrada. Es un deseo enfermizo. Ahora siento que voy a satisfacerlo y el cuerpo entre temeroso y excitado, se convulsiona ante la consumación...
En varias ocasiones he estado tentada de prescindir de principios éticos y lanzarme al disfrute de la morbosidad. ¿ Qué se sentirá mientras se está haciendo? Pienso que lo sensacional está dado por lo oculto que se precisa. Si se tuviera el valor de actuar a la luz, creo que se perdería el encanto. Lo que enerva es esa vigilancia constante donde el bien y el mal entran en contradicción.
Todo, por fin, se concilia para cometer el acto. El sitio es bastante solitario. Se oyen voces; pero no es probable que alguien se acerque. Aquí somos dos: Mi deseo y yo. Me decido ahora o no será jamás. ¿ Cambiará todo después de la consumación ? Pensé que sería más fácil. Ahora ya no estoy muy segura. El escenario está algo velado, sin embargo logro ver lo esencial. Comienzo el ritual. Estoy temblando. Mi grado de excitación va en aumento. ¿Dónde, dónde lo tengo? El contenido del bolso se desparrama sobre el piso de granito debido a mi nerviosismo y a la prisa. Lo tengo, lo tengo... Ah... Pensé que sería mas grande; pero da igual... Disfruto el momento...Voy a caer...¡Qué temblor más delicioso!...Voy a realizarme. No quiero pensar en lo que sucederá después. La pared.Yo pegada a ella hurtando mi sombra. Manipulo. En verdad que es algo pequeño; pero a estas alturas no puedo escoger.
Tomo el creyón con soltura. Me cercioro de que nadie me ve y sin pensarlo más se suelta mi deseo entre el placer y el miedo: una, dos, tres ... ¡Qué bien me siento! ¡Qué placer! ¡QUE PALABROTAS HE ESCRITO EN LA PARED!
Ahora ya sé por qué las paredes de los baños de las escuelas son un inmenso mural colectivo; pero de artistas anónimos. ¡Nadie me vio!

Dedicatoria:Para el niño que todos llevamos dentro.

lunes, 23 de febrero de 2009

El gamusino azul

Jugar con la inocencia suele ser peligroso . Es una práctica que te trae sorpresas, unas muy bellas y otras, amargas; cuando te das cuenta que sin premeditarlo has matado la inocencia. Quien de alguna manera haya cometido este delito va a sentirse culpable por el resto de su vida. Aquí sentada en el banco de los acusados, esperando a ser juzgada, aguardo. No pido clemencia, en cierta forma ya he recibido castigo. Asimismo estoy segura que muchas de las personas que me están leyendo cargan con esta culpa. ¿Pueden escuchar para juzgar? Se sentirán sorprendidos. Les prevengo.

La confesión.


Muchos años de mi vida he estado rodeada de niños. Me he bebido sus alegrías hasta embriagarme. Ellos me han dado mucho y en reciprocidad les he dedicado lo mejor de mi esencia como ser humano. Los he amado. Los he formado y también he jugado con sus inocencias. Puede tomarse como atenuante que no ha sido premeditado, simplemente ha sucedido. Sin parecer inmodesta me consideraba una buena maestra. Mis alumnos me querían y yo los veneraba. Siempre busqué métodos creativos para ilustrarlos y una veces un poquito severa y otras, condescendiente, juro que lograba con ellos todo cuanto me proponía.Y no fueron pocos los logros.
Entre mi clase y yo había surgido algo especial.No puedo precisar en qué momento comenzó a funcionar el intercambio; pero sucedió.
Disfrutaba de mis niños, así como ellos lo hacían entre sí y con la misma intensidad me disfrutaban a mí. Era fantástico. Les ilustro.
Después de cada clase fuerte donde había bastante actividad intelectual, o por la presión de los horarios cerrados o simplemente luego de éxitos escolares, teníamos un día para jugar y amar.
Amábamos todo, desde perdernos en un mar de hierbas hasta la excitación de un buen juego. Increíbles cosas hicimos juntos y cuánto las disfrutamos. En esos días se invertían los roles y eran los propios niños quienes diseñaban la sesión escolar.Yo los incitaba:
_ Para mañana nos merecemos un día de alegría.
Entonces cada escolar escribía en un papel cómo deseaba pasar el día siguiente. Las sugerencias se guardaban en un buzón habilitado para el propósito.
Llegado el momento se extraía un papel al azar y se le daba cumplimiento. Por supuesto que previamente yo había revisado las sugerencias. No por curiosidad (o sí había algo de ello) digo, por precaución. No deseaba quedar ante los ojos de los niños como una maestra sin carácter que no cumplía con sus promesas; pero tampoco podía cumplir con todas sus sugerencias. ¡Si supieran ustedes todas las proposiciones de los niños! Ojalá algún día pueda recopilarlas en unos cuantos volúmenes ¡Tanta ingenuidad e inocencia ! ¡Cuánta sabiduría! Confieso que llevo en mi alma éxtasis de niños y eso ustedes no podrán deshacerlo.
Vuelvo a la historia. Previamente seleccionaba las sugerencias y hacía mis trampas. Las colocaba de manera que al hacer el sorteo salieran favorecidas las solicitudes factibles. Me remito a lo que originó esta crisis.
Algún niño propuso pasar la tarde jugando o explorando en un lomerío cercano. Se aceptó. ¡Tarde linda la que pasamos ! Lástima que las consecuencias fueran tan malas.
Hubo juegos, tesoros escondidos, cuentos, lecciones de naturaleza... (Siempre trataba de que aquellas sesiones fueran educativas y poder retomar las vivencias en futuras clases).
No sé yo si porque esas terdes me convertían en niña o porque deseaba fantasear o quién sabe si algún duende malo quiso jugar conmigo para cobrarme más tarde la deuda por un acto no muy bien pensado; pero lo cierto es que les dije a mis alumnos que todos aquellos insectos que volaban bajo la hierba caliente del campo se llamaban "gamusinos" (¡ Dios mío, lo inventé en aquel momento y ojalá no lo hubiese hecho ! ) Les "ilustré" diciéndoles que si tomaban las bolsas de papel y las alzaban sobre sus cabezas pronunciando la conjura "¡Gamusinos al saco" !, todos los insectos se precipitarían a sus bolsas y allí quedarían atrapados. Quien haya estado entre las malezas del campo durante las horas calientes de la tarde, sabe de lo que estoy hablando.
Son cientos de insectos volando bajo y nublando el aire. Pues digo que los ojos de mis niños se clavaron en mí como deseando escuchar más de aquel encantamiento. Me di cuenta de que querían más emoción y se las di. Sentencié:
_ Seguramente atraparán varios "gamusinos"; pero lo bueno sería cazar uno de color azul. Es un insecto maravilloso y concede a quien lo posea, el deseo que le pida .
Así fue. Era un juego. Los muchachos se dispersaron y yo los escuchaba llamar a los "gamusinos" y sus voces
competían con el eco y las palmas se alegraban con tanta inocencia y mi alma cantaba.Todo era alegría. Me dio pena por ellos porque comprendí que estaba usando su ingenuidad en forma impropia; pero observando su entusiasmo y alborozo calmé mi conciencia y hasta yo misma traté de alcanzar un "gamusino".
Fue una tarde linda. Los niños me contagiaron su alegría y estuve escalando exponiendo mis piernas, no muy fuertes,a las inclemencias del relieve. Debo decir que yo andaba algo mal de salud, me reponía de una rara enfermedad neurológica que afecta los músculos, la que me había dejado bastante desmejorada y eso lo sabían mis alumnos.
Por supuesto que algunos insectos cayeron en las bolsas; pero ninguno de color azul. (Se supondrá)Este incidente desanimó a algunos; pero muy pronto desapareció la frustración en cuanto apareció algún motivo mejor. Regresamos a la escuela entonando canciones, con mucha alegría estremeciendo a la tarde. Hasta la hora de la despedida no se habló de otra cosa. Una pequeña llamada Jessica estuvo llorando un poco y pensativa.La consolé como pude pensando que se sentía frustrada por no haber cazado ningún insecto. Lo máximo que conseguí fue que dejara de llorar. Esa noche cuando puse mi cabeza en la almohada y pasé recuento de mis acciones, me sentí un poco culpable.
Al día siguiente de la aventura; muy temprano, a mi llegada a la escuela,vi allí a mi pequeña Jessica en compañía de su mamá.
¡ Pobrecilla de mi niña !
¡ Qué aspecto horrible el que tenía ! Llorosa,con unas enormes ojeras negras alrededor de sus inmensos ojos verdes, temblando se arrojó a mi cuello cuando me vio. La madre de la niña muy seria y agresiva se abalanzó sobre mí en el mejor sentido de la palabra y me retó a sostener una conversación en privado. Me deshice de los brazos de la pequeña como pude y le dije a su madre que me acompañara.Yo percibía una catástrofe. Olía que se avecinaba un gran problema.
Ya en mi privado la madre de la niña y yo frente a frente.
_ Necesito me diga qué sucedió aquí ayer - mi corazón dio un vuelco ante tanta ira - ¿ Qué le hizo o dijo a Jessica para que la excitara al punto de no dormir en su cuarto? Toda la noche estuvo en el jardín con una bolsa sobre su cabeza y delirando, porque eso era: deliraba. Hasta quedarse ronca musitaba: " Gamusinos al saco” . Le he preguntado de dónde ha sacado esas ideas y se niega a responder. Solamente llora y dice: ¡Pobrecita mi maestra!
Palidecí. Sentí un miedo muy grande porque sabía era responsable de haber causado aquella situación.
La madre de la niña estaba irritada y perdió la compostura. No voy a transcribir la conversación; pero me dijo que ella ya había oído de mis métodos, que si me cabeza no funcionaba bien y el resto me lo reservo por merecido.Todavía al recordarlo mi rostro se desencaja y enrojece.Con humildad le conté la niñería en que había incurrido. Ella no prosiguió con su discurso y fue peor.
Ojalá lo hubiese hecho. Así no habría tenido yo que ver sus ojos. En ellos leí una compasión rayana en desdén y un reproche silente peor que todos los insultos. Le prometí hablar con la niña. Se negó. Me dijo que me repetaba y estimaba; pero quería estar presente en la entrevista. Me sentí muy poquita cosa, como sucia y percibí que en ese momento aquella mujer me temía. (Eso no podré olvidarlo jamás).
La niña sobre mis rodillas. La cobijé con mis brazos y le besé la frente. Con dulzura le hablé de las actividades de la excursión y de mi peregrina idea de aquel juego desatinado.
_ Fue un juego, mi amor. ¿Qué sucede contigo? Cuéntanos a tu mami y a mí lo que estás sintiendo - yo estaba tan triste como ella mientras la consolaba- Poco a poco se fue calmando.
Rodeó mi cuello con sus bracitos y se miró en mis ojos.
Hasta hoy sigo sintiendo aquella mirada. Con la inocencia todavía intacta me dijo:
_ Usted nos dijo que si lográbamos atrapar al "gamusino azul" seríamos afortunados porque él concedía todos nuestros deseos.Yo quiero ese "gamusino azul", lo preciso,
tiene que caer en mi bolsa...
De nuevo comenzó a llorar convulsivamente . Yo haciendo esfuerzos por calmarla y tratando de enmendar el error:
_ Pero yo solamente quería jugar con ustedes y que se divirtieran. Jamás quise lastimarte, lo juro…
Y ella inconsolable:
_ Pero estoy muy triste, muy triste (Tirando su tristeza sobre mi cuerpo)
_ ¿Por qué? Cuéntanos qué te hizo pasar la noche en el jardín.Todos queremos algo en la vida y no siempre podemos conseguirlo, lo imporante es soñar.
_ Usted no comprende nada y mi mami tampoco. Nadie me comprende - y de nuevo con el llanto – Traté de relajarla y comunicarle la misma confianza de siempre para que compartiera su secreto.La madre mirándome escrutadoramente y estoy segura que de su juicio no salí bien parada.
_ ¿Cuál es ese deseo tan importante que le vas a pedir al “ gamusino”. La madre me fulminó. Traté de relajarla y comunicarle la misma confianza de siempre para que compartiera su secreto.
Al fin mi niña se soltó. Ojalá no lo hubiese hecho.
_ Si el "gamusino azul" cae en mi bolsa yo le voy a pedir que le devuelva a usted la salud perdida, que sus piernas sean como antes y pueda caminar, escalar,bailar... Quiero que ese duende la cure para siempre y la cuide. Le voy a pedir que recupere sus fuerzas y su peso y que le quite esa tristeza que la hace ver vieja, yo quiero que vuelva a ser tan linda como antes... Yo no quiero que mi maestra muera...Pido que sea como antes y que sus ojos vuelvan a ser dos lucerotes haciendo guiños... Por eso necesito al "gamusino".
Así fue.Todavía estoy buscando una respuesta para mi niña. En aquel momento la abracé con ternura, besé su carita maltrecha y sus manos frías y mis lágrimas cálidas se fundieron con las de ella. Lloraba por mi niña Jessica, por el cariño, porque causando tanto dolor mi corazón reía, porque estaba asistiendo a la ejución de la inocencia y sin embargo toda yo cantaba.Soy culpable; pero siento una ternura tan calladita dentro del pecho que me devuelve la paz. Al recordar este episodio disfruto con placidez haber matado la inocencia de mi niña que en recompensa me regaló su cariño.
Digo que nadie me ha regalado, hasta hoy, tanto amor. Nadie ha vuelto a amarme así. En reciprocidad llevo su cariño prendido a mi pecho, aunque sé cuál ha sido el precio ¿Saben?, si pudiera volver el tiempo atrás yo también cazaría "gamusinos".
Ahora ya está dicho. Soy culpable.

TRISTEZA

Tristeza no es languidecer, ni marchitarse, ni morir un poquito cada día; ni quedarse con los brazos abiertos esperando el abrazo que nunca llega; ni esconder las penas para que el mundo no salte sus muros; tristeza no es renunciar a tu mundo para compartir otros, rotos y ajenos; ni bajar los párpados para que la luz no se avergüence de las cuencas vacías; ni mutilar la risa; ni fruncir el ceño; tristeza no es impotencia, ni desacato, ni olvido, ni recoger tus presentes hollados sin compasión; ni reconocer que eres olvido en la garganta, ni el abandono, ni llenarte de alegrías ajenas para disfrazar tus angustias; ni saberte grano de arena en las playas del cariño; ni el naufragio de tu futuro; ni la renuncia a tus muertos; tristeza no es caminar por calles ajenas con la mirada prendida de cada flor silvestre; ni la nostalgia del cielo sobre tu cabeza; ni estrujar un pañuelo ajado creyendo que acaricias unas manos; tristeza no es suspirar detrás de una ventana cerrada; ni llorar cuando nadie te ve; tristeza no es ir tras los recuerdos sabiendo que siempre te llevarán ventaja; ni la soledad en cadenas sin abrazos; no es el refugio en las bambalinas de un teatro vacío; ni recorrer tu cuerpo con las manos cansadas; estar triste no es reconocer lo que has perdido y que jamás recuperarás; ni llenarte de dulzura sin tener con quién compartirla; ni parir hijos que se inventan tu muerte; ni escribir versos que te dejan temblando; ni extender tu mano para que así se quede y además vacía; estar triste no es que a tu lado se siente la soledad y te llame amiga; ni la ausencia de tu nombre ; ni la mesa vacía... Tristeza es el corazón desbordado por amor y sangrando por darse cuando se refugia en la almohada para ahogar sollozos y comenzar a llenarlo para entregarlo en el nuevo día sin la recompensa, al menos, de un abrazo.Tristeza es saber que perdiste sin haber ganado; es apagar la veladora y cubrirte el rostro para que la noche sin luna ahogue el suspiro de tu corazón enfermo; es la herejía de desear la muerte cuando no se te ha acabado la vida.Tristeza es el amor que se rompe sin usarlo; es tener las manos llenas de rosas y allí se marchitan sin entregarlas; estar triste es el naufragio del corazón y no tener fuerzas para nadar hasta la orilla; es tenderte a la deriva y cuando las olas te arrastran recalar en playa perdida. Tristeza es tener las manos extendidas y vacías. Lo demás no sé ni por qué lo escribiría.

martes, 17 de febrero de 2009

El sacrificio (XIV)

El sacrificio

Volvió el doctor. Su diagnóstico, por más que lo pienso, me pareció increíble en aquel momento; si no lo hubiese constatado, aún hoy diría que el doctor se equivocaba... pero, no.
- "Su cotorrita no tiene enfermedad alguna" -me dijo- "Se ha sacrificado".
Mis palabras se quedaron guardadas en la garganta. El corazón sangrando.
- "Sí" -me explicó- "En estos días he leído varios textos sobre aves y existe una explicación para la pérdida de las plumas de las alas de Maka. Ha tomado la decisión de cercenar su vuelo. La libertad le recorre el cuerpo y el amor que hay dentro de su corazón es tal, que no ha encontrado mejor forma para evadir sus ansias de libertad que mutilando sus alas. Maka no volverá a volar por decisión propia, se ha sacrificado por amor".
No hay palabras... estas lágrimas son de ternura por Maka y estas otras, son de lástima por mí. ¿Por qué, si no le cerré la puerta? ¿Por qué, si la invitación al vuelo siempre estuvo ahí?


EPILOGO

Manicato

Mi cotorrita me ha dado una nueva y definiva lección.Traté de ponerle un nombre cuando la encontré rota y desvalida. Ella no me lo permitió. Se bautizó "Maka", combinación silábica difícil para este tipo de ave.
Recientemente he leído que en el siglo XV existía una tribu indígena en el Caribe, que se rebeló contra el conquistador español y que su grito de guerra era MANICATO. Su cacique, inteligente y estratega, cambió este vocablo para que el enemigo no descubriera la palabra que incitaba a la libertad y en su lugar, gritaban con rebeldía: ¡MAKAAAA...!
Para ti, Maka, porque no hay palabras para llenar una página con el sacrificio de tu nombre y el significado del amor.
Simplemente... Maka....

La enfermedad (XIII)


Maka había regresado y con ella la casa se iluminó. Era la misma soberana que nos tenía rendidos a sus encantos y travesuras. Seguía siendo la cotorrita más adorable del reino animal y exceptuando algunos momentos taciturnos del animalito que se encerraba en un mutismo casi humano, todo parecía normal, igual que antes de la evasión de mi Maka. El amor creció mutuamente y con creces. Nada había cambiado y sí...
Ahora, con bastante frecuencia, encontraba plumas verdes y rosadas dispersas por toda la casa. Las iba guardando con infinita ternura porque pensaba que el vuelo, quién sabe cuán inclemente, las había lastimado y porque se sabe que las aves hacen sus mudas y luego le surgen unas más fuertes y lustrosas; pero era algo distinto, anormal. Paulatinamente sus alas comenzaron a quedar desnudas, solamente un débil plumón ralo cubría la piel. Maka estaba enfermando. Una angustia comenzó a apretarme el corazón.
Vino un doctor, sabio doctor en quien podía confiar. Examinó a la cotorrita y no encontró signo alguno que presagiara enfermedad. Me dijo que volvería.
Maka seguía conquistando con sus habilidades. Sus costumbres para nada cambiaron y cada día me entregaba entre besos y cantos, la ternura de su diminuto corazón (ahora no estoy segura de su tamaño) y yo la correspondía con creces y jamás le he cerrado la puerta.
Sus plumas seguían desprendiéndose con alarma. Mi cotorrita iba pareciendo un polluelo, aunque tenía la cara más linda del universo.Yo recuperando sus plumas desprendidas y colocándolas en un jarrón , porque no quería quedarme sin las alas que he amado durante tanto tiempo. En mi sentir se iban quebrando cristales de dolor.

Cuando la vuelta no es retorno(XII)


No hay libertad para un ave que no estrena vuelo; pero mi cotorrita lo ignoraba, disyuntiva grave para un pequeño cuerpo que aletea entre "me quedo" o "regreso"; y ella optó por el regreso. Ahí estaba la puerta abierta para el retorno, era un cuerpecillo que regresaba del brillo del cielo verdadero, al cielo de un mundo pequeño. Regresó mi cotorrita con los ojos llenos de cielo y los pequeños pulmones saturados del aire del monte, traía lluvia en las alas y el vuelo libérrimo del espacio abierto; venía mi cotorrita a traerme el consuelo de que no la había perdido, que renunciaba a su vuelo. Me lo decían sus ojillos tristes, cuando un rayo de sol tibio dejaba lustre en su cuerpo o cuando un golpe de viento hacía tintinear los sonajeros, o el sonido de la lluvia cantaba en el alero y entonces se estilizaban sus plumas y relampagueaban sus ojillos y el verde de su cuerpo, más que de esmeralda, parecía de acero.
Mi corazón cantaba de puro contento y mi avecilla quería devolverme la alegría perdida , colmándome con su regreso para recompensar el dolor de la ausencia de su vuelo.Ya no fue igual. Seguía mi arlequín cantando y danzando para mí; pero se envolvía en silencios a veces y otras, su canto era plañidero. Mi avecilla se había enfermado de vuelo y no encontraba mejor manera para decírmelo, que llenando todos mis espacios con sus encantos y ocultando su pesar en silencios disfrazados y con los besos que me daba, que más que besos eran súplicas que decían ¡cuánto te quiero!; pero yo escuchaba ¡qué lindo es el vuelo! Me estaba pagando amor con amor, con el tesoro de su vuelo.

La pluma rosa (XI)


Cada amanecer mis ojos escudriñaban la ventana en busca de algún mensaje de mi ave fugitiva, esperaba tal vez que durante la noche, la Luna me la trajera; o que el frío de la madrugada la hiciera extrañar la cobija de su manta y que arrepentida... volviera.
¡Y me trajo el Sol a la callejera! En el alféizar de la ventana una pluma rosa madrugó para mi espera. ¡Es un ave nueva! Yo deseaba a mi avecilla verde; pero si el día me regalaba una rosada... iba a mimarla como a la primera. Sobre mi ventana ha dormido un ave! La mía ha de estar cerca.
¡Y cerca estaba! Dormitando el cansancio de una semana entera, mi Maka disfrutaba la calidez de su cesta. ¡Aventurera, despierta! ¡Qué de besos nos dimos la mañana aquella!
Me trajo la vocinglera un regalo de plumas nuevas . Esbozando el dorso de las plumas verdes de las alas y la cola, un rubor de rosa la ha vestido con un traje nuevo. Cuando abre sus alas enseña todos los pétalos , como una rosa que para mis ojos, en lucir linda , todo su empeño pusiera.Y yo no me canso de mirarla y ella me enseña todo su cuerpo y me paga los besos de su ausencia y se los cobro a precio de usurero. Sentí unos celos enormes del Sol y del monte, que en solo siete días embellecieron su cuerpo.¡Y yo que pensaba que lo más bello del mundo, eran los besos!

Ausencia (X)


La ausencia tiene sabor amargo, se endulza a penas cuando esperamos que algún motivo nuevo ocupe el espacio y el vacío que queda, cuando se han marchado las ilusiones y renace la espera.
Maka estuvo ausente siete días. ¡Una semana! No fueron los siete días que estremecieron al mundo, fueron los siete siglos que estremecieron mi alma. Una ventana abierta era la invitación permanente para el regreso, era la señal haciendo luces para atraer las alas.
Sin mi cotorrita la tristeza se vistió de largo y se quedó sentada sin ir a la fiesta. No hay brindis para la ausencia, ni hay fiesta cuando un ave se aleja. Se gastaron mis ojos de buscarla en el vuelo de las aves pasajeras. Se gastaron mis zapatos detrás de sus huellas. Me lastimé descalza persiguiendo a mi estrella. Inútiles búsquedas que limitaron mis fuerzas; pero no la esperanza de que volviera y por eso, le dejé la ventana abierta.
Pensaba en mi avecilla bisoña en el vuelo, quién sabe azotada por cuánta inclemencia. ¿Qué rama de árbol ocuparía el lugar de su cesta de mimbre? ¿Qué hojas frías cubrirían su cuerpo? ¿De qué plato se alimentaría, si en el monte no hay mesa? ¿Cuántos peligros rondarían su inocencia?
Mi esperanza en el retorno se volvió incierta; pero la ventana abierta seguía señalando la ruta desde el cielo hasta la tierra y desde esta, hasta mi alma despierta... y me llenaba de fuerzas pensando que cuando la añoranza le lastimara el cuerpo, y el pecho... de seguro volvería para darme un beso.
Por las tardes, llenaba la ausencia de Maka contemplando el vuelo de las aves retozonas con el viento y miraba hacia arriba, bien hacia arriba... ¡hacia el cielo! pedía en secreto que mi avecilla volviera y por eso la ventana, seguía abierta.
Una ventana abierta para tu ausencia... ¡Regresa!

Estrenando alas (IX)


Un día Maka hizo su debut en el escenario del aire. La luz de la puerta abierta se apoderó de ella, la envolvió y la arrastró. Fue un instante. Fue un siglo.Voló.
Había que ver el planeo de sus alas extendidas por primera vez, parecía un ave de luz. Desplegadas sus alas la convirtieron en un ave enorme. Un corto viaje hasta un árbol cercano: primera parada. En su ramaje , confundida con el verde de las hojas, Maka era una hoja más; desde el suelo mi inútil reclamo suplicante. Maka debutaba.Tenía yo la esperanza de que no sería sorda a mi llamado y que mi olor la traería de regreso hasta mis manos extendidas hacia la copa danzante del árbol vocinglero. Quizás así habría sido, si el azar no se hubiera encargado de arrastrar sobre la copa orgullosa, una bandada de cotorritas salvajes. Dudó Maka. Gritó: ¡makaaa! y se marchó confundida entre sus hermanas de alas que la recibieron con alegría y celebraban su llegada. Fue un instante, un solo instante que cambió mi vida y la de Maka.
Una resignación turbada ante la pérdida me sacudió el alma. Buen viaje, Maka, estrena tus alas. Se quedó mi casa sin nido y mi alma: ¡sin nada!.
¡Se fue mi cotorrita!

Arlequín(VIII)


Maka es mi Arlequín en el palacio de la soledad inclemente que es mi destierro del amor. Su presencia lo llena todo. Ella lo sabe porque hace fiesta con su aprendizaje y desocupa mi pensamiento que se recrea en la magia de sus juegos y habilidades ... Penetra desde el encanto de sus malabares hasta la jungla de las penas y las deshace suavemente... anida y no deja lugar sin cubrir.
Su vocabulario es amplio y preciso. Más preciso que amplio para ser justos. Con sus precisiones me pone de volteretas , por graciosas y simpáticas. Lo de la amplitud son cosas del cariño, porque de trabalenguas y secreteos, a fe mía que no se le entiende ni lo más mínimo; pero yo la secundo en ese juego de lenguaje y quién sabe lo que nos decimos. Eso sí, repite su nombre a la perfección y no de a una; sino sin punto, ni coma, ni pausa para su hablar. Pide "besitos" como por menudeo. Al primer "bechito" le sigue un caudal de lo mismo, entonces ladea su cabeza tallada y con su pico entre mis labios, se bebe los besos; unas veces silentes y otras, con rara estridencia, como los besos de adolescentes cuando estrenan sus bocas.y luego de los besos la muy pícara suelta: "Ay, qué rico" y así hasta que me canso y la devuelvo a su nido de mimbre con un "basta". Mi cotorrita pide pan, pide besos, pide agua.. ¡No se cansa de pedir!.
Nombra a todos los miembros de la familia e imita sus risas y sus voces y aprendió una palabrota de esas que no se escriben en los libros, ni se dicen tampoco; pero yo se lo permito y ella se complace en ser soez.
¡Cómo silba mi ave sonora! Pareciera que un violín es su garganta. Despierta al barrio con sus conciertos y los niños se arremolinan en la ventana para disfrutar de su arte. Pero lo que mejor hace mi Maka es cantar al compás de alguna melodía salida de la radio y por supuesto...¡bailarla!
Hasta alpinista es la muy bribona, a la espuela de sus uñas no se le resisten cintas, cordones, cables... escala a veces, cabalga también y luego en la cumbre de lo que haya conquistado, planta sus banderas de risas y parloteos. A veces mi Arlequín es más que eso. Mientras escribo o leo, hace nido con el pelo sobre mis hombros y desde allí parece que lee y que escribe, porque se ha bebido más de una lágrima indiscreta que ha hecho camino por mi mejilla.Y entonces se queda calladita y respetuosamente me da un beso sin que yo se lo pida. Para mí, ha cambiado su traje y me regala el encanto de su verde plumaje para que mis ojos se lo beban y recobren la esmeralda perdida por las penas y los años y para que olviden alguna cosa fea que la luz ha guardado en mi pupila.

Instintos(VII)


Maka tiene sus buenos o malos momentos, que eso no puede decirlo quien viva fuera de la piel de un ave. Mi avecilla no tiene vuelo y es prisionera voluntaria; pero prisionera. No sé si se queda a mi lado porque me ama o porque desconoce la libertad.
Días hay en que se encierra en su soledad de ave; son días para su instinto y yo se lo respeto. No reconozco entonces la suavidad de su plumaje: erizada y en danza extraña y majestuosa, se cubre la cabeza con el ala y creo que sueña con el amor. (¿Cómo será el amor de las aves?) Su lenguaje se torna hechicero y desprende de su cuerpo un olor a monte que presagia el intento de alguna fuga. Entonces yo respeto su intimidad y me repliego, cubro su juego amoroso con una cortina de gasa azul para no presenciar sus devaneos en soledad.
Después todo pasa... se baña en el agua clara de su tina y lava su cuerpo y su sangre. Regresa del ensueño de sus amores imaginados y viene hasta mí convertida en la inocente avecilla que comparte conmigo caricias y ternura. Ahí le abro la puerta de la jaula amplia que es mi casa para que vuele hasta donde la conduzcan sus instintos; pero se aventura hasta el alero y pensativa o indecisa, (creo en ambas) da la espalda de sus plumas al sol y vuelve a refugiarse entre mis manos... Viene como de un baño de luz.

viernes, 30 de enero de 2009

Alas rebeldes (VI)


Capítulo VI

Miedo

Me duele que no comparta el ruido verde del monte y del palmar; la dejo libre y le digo que está lista para reanudar su vuelo trunco; pero ella no se va. Es mi cómplice y me perdona. Es mi almohada y no me abandona.
Pero yo adivino cuando el sol hace brillar su plumaje, que extraña el retozo de los árboles con el viento aunque no lo conozca (pero lo sueña) ; intuyo que algún oculto instinto la llama a través del aire que le trae trinos alegres de las aves no cautivas, aquellas que reinan en jaula abierta de manigua y amaneceres cantarinos.
Temblando le abro la puerta. Ella lo sabe, porque bate sus alas con alegría o pesar tal vez; pero no traspasa el umbral. Le hablo quedito: "¿ A quién le cuento mis cuitas si tú te vas? Tengo un miedo enorme de perderte y me estoy muriendo porque te quedes.Tuyo es mi corazón. Aquí no hay jaulas para tu cantar, aquí está la cumbre de mis hombros, refugio para tu anidar" Pienso que me entiende porque no se va... pero yo adivino en su plumaje que parpadea cuando el sol la invita, que un afán secreto algún día la incitará al vuelo.
Y yo me consuelo con su presencia insegura. Ropaje suave de pluma verde para mis dedos fríos, piar armonioso para aplacar mis llantos, sostén de mis besos inquietos.
Maka verde de pluma y canto, no me dejes nunca. Ni jaula, ni enojo para tu inocente dulzura cautiva de mi boca, tu cuerpecillo tibio calienta el frío de mis venas en soledad y me ayuda a alentar el gélido cierzo de mi andar cansado y perdido (y también cautivo)... pero le abro la puerta para que compita con el sol y ella...
¡ Ah, misericordia ! ; opta por la jaula de mi amor que son mis besos. Te amo, Maka... Tengo miedo.

Alas rebeldes (V)


Capítulo V

Éxtasis

Maka come de mi plato y bebe de mi copa. Costumbre esta que compartimos casi desde que nos encontramos aquel septiembre; ella moribunda y yo emocionada.
Prueba mi comida y si le gusta , hace su banquete. Degusta mi bebida y si le complace, hace festín.¡Pobrecilla Maka de mi corazón! Casi le cuesta la vida esta afición.
Un día probó de mi copa el vino dulce,despojo de un tardío encuentro de aniversario. Mi Maka no sabe de vicios, ni de vinos... solamente es catadora inconsciente y ahí comenzó esta desventura donde mi responsabilidad perdió toda la cordura. Mi vino dulce la conquistó... y la embriagó. Cayó desmayada , yerta, exámine cuerpecillo, anestesiado , ofreciendo un grotesco cuadro de embriaguez.
La lengua fuera del pico, los ojos entreabiertos, las paticas extendidas su menudo cuerpo sin aliento, estirado y feo: la muerte parecía y haberla robado. Mi irresponsabilidad casi llevó a Maka a su último vuelo, no hacia el sol, sino hacia el interior de la tierra.
No respondía ante mis lamentos; ni al café amargo, ni al agua helada sobre su cabecita caída...¡Se moría mi cotorrita! Pasaron varios minutos que se transformaron en horas, antes de que mi avecilla diera los primeros síntomas de reanimación; y siglos antes de que sus oscilantes paticas sostuvieran a su desmadejado cuerpo.¡Maka se embriagó con mi vinillo dulce!
Ahora al evocar aquel episodio, resulta simpático; pero ese funesto día asistí a un espectáculo irreverente y despiadado. Le he pedido disculpas en todos los tonos. Ella me ha perdonado... porque sigue besando mi boca y cantando para mí.Yo no me perdono...

jueves, 29 de enero de 2009

Alas rebeldes(IV)

Capítulo IV

Maka

Maka es una cotorrita hembra. Sus ojillos son pequeños, redondos, inquietos cristales negros que hablan de amor. La ternura de su mirada brillante prendida de la mía es poderosa. Ladea la cabeza pequeña y la apoya contra mi rostro; es la caricia que mataría de envidia al desamor. Me platica con mimos, me consuela con trinos, me hace fuerte con su cercanía. Las horas silentes ahora tienen dueño y me dicen lo que mis oídos y mi corazón quieren escuchar.
Es saltarina parlanchina que me mira desde el suelo y desde allá abajo debo parecerle una mole que se yergue ante sus alas pequeñas y su pico cerrado. Entonces escala la montaña de mi cuerpo, asiéndose como puede, hasta conquistar la cima redonda de mis hombros. Allí hace nido con mi pelo y me susurra al oído ternezas de besos y bojea el nudo de mi cuello con un coqueteo de hojarasca olorosa.
Cuando la encontré cabía en la palma de la mano. Ahora cabe en mi mano abierta. Su plumón escaso y verde de entonces se ha transformado en un suave plumaje brillante que irradia bajo el sol. Sus alas han crecido y las bate fuerte ensayando su vuelo.
La tirana me enoja a veces. El punto de mi pluma está defectuoso; derrama tinta sobre mi escritorio y algunos de mis textos a duras penas han podido sobrevivir a la inclemencia de su pico rebelde. El refajo rosado hizo nido en su canasta y el arbolito de la sala quedó desnudo ante el otoño de su destructivo instinto.
Mi enojo es como el viento: viene y va; la furia desatada se esfuma cuando mi avecilla clava en los míos sus ojillos inquietos o cuando me besa la boca con la rebeldía de su pico afilado.Tiene resortes en el cuerpo: sube, baja, corre, camina, picotea, danza y besa. No existe la quietud para su ligero cuerpo en la acrobacia de su danzarina majestad.

miércoles, 28 de enero de 2009

Alas rebeldes (III)

Capítulo III

La adaptación

La desconfianza y agresividad de los primeros días fueron desapareciendo a medida que se recuperaba. Poco a poco fue adquiriendo la seguridad del moribundo que se salva tras un crudo rescate. A mi lado se curaron sus heridas, de mi mano aprendió a comer y más tarde, con mi aliento: a andar.
Recorre mi casa, mi cuerpo y mi alma como agua bendita que limpia mis heridas y mis errores. Yo lo llamo dulcemente ... ¡ Maka! y viene a mí con pasitos saltarines y esconde su cabeza entre mis pies pidiendo que le suba al cielo de mis hombros. Duerme en cama de mimbre y lo cobija del frío un edredón de algodón.
Picotea cuanto encuentra y besa mis pies, mi cara, mi piel y mi alma.Come de mis manos todo lo que le ofrezco y de migas, frutillas y pedacitos de ternura, llena toda la casa que a su paso, le tiende la suavidad del amor.
No supe cuándo Maka comenzó a sentir que formaba parte de mi mundo; pero así fue. Se muestra a gusto entre nosotros y se saber reina ( porque es hembra ) de los corazones que la miman y la consienten. ¡ Ya no sé si me mima a mí o es a la inversa, que el amor cuando es mutuo no hace filas, ni se disputa puestos !

Alas rebeldes (II)


Capítulo II

El nombre

Mi pajarillo tenía ahora un nido en una cesta de mimbre y el cuidado de una madre antes que decidiera explorar el sol con su vuelo. Tenía el cariño y la ternura cerca de su diminuto cuerpo ; pero era un ave sin nombre.
Simplemente era mi pequeño pajarillo verde que piaba ronco y a mí me parecía que clamaba por su mamá o por sus hermanos. Entre arrullos y dulzuras lo fui acercando a mi rostro y yo me atrevía en cada intento a un nuevo beso y él lo fue permitiendo, hasta que pude cubrirlo con mis labios sin que se enojara.
Había decidido llamarlo Septiembre; porque me gusta el nombre y porque este mes me lo regaló. Pensé que este nombre le quedaba grande a un pajarillo tan diminuto; septiembre es un nombre fuerte, es como un tañir sordo de campana antigua y mi pajarillo sonaba a nota aguda y escondida en los arpegios de un violín de juguete; no obstante, comencé a llamarlo Septiembre.
Y ese sería ahora su nombre ; pero un día mientras lo acariciaba, tal vez clamando por su mamá, pronunció su primera palabra: ¡ maka ! ¡ maka ! ; así piaba. No sé si en el lenguaje de las aves simboliza amor, o mamá, o hermanos, o gracias ... pero mi avecilla estrenaba nombre ya para siempre: Maka.

ALAS REBELDES


Capítulo I

La llegada

Temblando de hambre , de frío y de miedo, me la trajo septiembre. La encontré bajo un árbol, tenía las alas y las paticas rotas, tan rotas como su desvalida figura aleteando entre las yerbas verdes y húmedas. Apenas la cubría un fino plumón de color verde claro. Las lluvias habían mutilado su primer vuelo y se desplomó al suelo. Imagino que así caen las estrellas del cielo cuando pierden su órbita, el ave perdió su nido y el intento de abrir alas al cielo. Así la encontré: rota y perdida. ¡ Qué tristeza la de un pajarillo sin vuelo ! Cabía en la palma de mi mano y en un beso de mi boca. ¡ Así de pequeña era ! Primero fue violenta, desconfiada, desafiante.
No encontraba en mi voz el piar de la madre, ni en mis manos el calor del plumaje que durante días cobijó su cuerpecillo desvalido. Decidí adoptarla y entre picotazos y estertores del ave en rebeldía, la tomé entre mis manos y la llevé conmigo hasta mi casa. El pajarillo lloraba y mi alma cantaba mientras imaginaba el castillo de ternura que construiría para ella. No sé si el pajarillo sentía miedo, supongo que sí porque yo lo sentía temblar entre mis manos; pero yo estaba feliz. ¡ Qué injusticia ! Pero aligeraba mi conciencia repitiéndome que cuidaría de él con dedicación hasta devolverle su vuelo trunco. Esa era mi verdad. En ese momento sentí que le nacía un retoño al árbol viejo de mi alma y que un Rey Mago respondía al mensaje dejado en un zapato de mi distante niñez.

sábado, 17 de enero de 2009

El destierro


El camino del desterrado comienza en la piel y va abriendo surcos que son huellas hasta llegar a la desnudez del hueso; lo carcome y no necesita rótulo que le identifique porque lo lleva escrito con sangre sobre la frente, invisible para el mundo, la inscripción es en el alma.
Quien ha perdido su tierra no encontrará parcela ajena para plantar sus semillas. No germinan estas sobre el desierto de la ausencia. Un desterrado vivo es un muerto sin reposo y muerto, andará en busca de un cuarto de tierra propia donde esconder sus fantasmas hechos huesos bajo alguna enredadera silvestre y envolverse con el aire que despeina las cruces y sacude las lápidas; y no encontrará ese refugio para la descomposición de su latitud perdida.
El destierro duele y crece, sin alivio. Clama el infortunado por la medicina de abrazos que le acerque a su lejanía. Quemadura en el alma e incendio en la piel son el estigma de un hombre lejos de su tierra. Ha perdido la virginidad de su propio nombre y el lodo público le mancha los harapos de la carne desnuda; hay contaminación en el aire que intenta respirar y se desprende un hedor marginal cuando la lluvia le azota el rostro.
Mugriento ser perfumado es el desterrado. Es el mandamiento del pecado que clama por la clemencia o el perdón difusos en la lejanía. Es una huella de sombra entre las arenas perdidas, es el sueño sobre la almohada cómplice de las lágrimas y es el despertar sacudido por la pesadilla.

LA MENTIRA


Aquello que se sueña, no se tiene
En lo que el triste humano a haber alcanza;
para más tormento
Locura es el invento
Humano de esperanza.
José Martí

La mentira repta para escalar y allá en lo alto hacer sus debut; se enrosca y tritura los músculos y los huesos de sus víctimas; hace pedazos al músculo fibroso que es el corazón; mancilla, corrompe, hunde en el lodo lo más auténtico del ser humano... devora calladamente y después desciende y se arrastra repulsivamente. La mentira es serpiente que destila veneno y si logras sobrevivir a su mordedura, te deja muerto el lugarcito para la confianza.
Puede que hasta sanes de la herida; pero las cicatrices perduran y te persiguen, te señalan y ante la menor rozadura, sangran. Las huellas invisibles de la desconfianza te envuelven en su complicidad y aunque desees dejar de arrastrarte, ya nunca más podrás erguirte del suelo hediondo hasta donde te ha llevado ese reptil miserable que es la falsedad.
De la mentira puedes salvarte; pero la confianza no la recuperarás jamás. La mentira mata con alevosía,premedita el homicidio; se regodea con sus víctimas y las violenta con deshonestidad.
¡ Qué animal y pobre es la mentira! ¡ Aunque el amor la
absuelva, la desconfianza la condenará! A mí me ha mordido esa culebra y sin embargo; le sigo poniendo el pecho para que duerma... ¿ Me morderá ?

Ejecución impune



La Desconfianza es una asesina silente;persigue,ata,quebranta los huesos y arremete con sordidez premeditada hasta devorarte el alma. Es homicida macabra sin puñales certeros,ni venenos,ni estocadas.Con oportunismo de amante seduce y hasta encanta cuando reclama;cambia de piel y mata.Se aprovecha de la orfandad del cariño y hace lazos con la traición hasta desflorar la virginidad sin manchas de la credibilidad. Después se lava las manos y se enjuaga la boca... ¡ cómo si nada ! Es peor que la Mentira la Desconfianza. Es asesina con frialdad que espanta. Así va perdiendo su aliento la Confianza y muere como flor mancillada.Acaba de ser asesinada y ya para siempre, eterna e insepulta la rondará el fantasma homicida que se esconde entre las palabras y que llamamos Desconfianza. Entonces sabrás que ya nada te salva. No se muere siempre en la forma que Dios manda. Algunos vivos andan sobre la tierra, mientras la muerte los persigue descalza. Las huellas son cicatrices bajo la lápida del pecho y el epitafio lo conforma una sola palabra.

miércoles, 7 de enero de 2009

Desde orillas opuestas


"¡Qué tonto es le puente: cree
que construyeron el río para
que bajo él corriera!"
Excilia Saldaña (Escritora cubana)

Por muchos años llevé conmigo el libro "La noche" de Excilia Saldaña. Entre sus páginas he encontrado textos muy bellos que me han cautivado por hermosos y por sentenciosos. Este que encabeza mis reflexiones es uno de mis preferidos.
La sentencia de la escritora, bellísima sin dudas, me hace tomar partida desde la orilla opuesta. ¿De qué se jacta el río? ¿Qué culpa tiene el puente si no puede juntarse con el mar? ¿Qué culpa tiene el puente si no le permitieron llegar más allá? ¿Quién le dijo al río que sin el puente los transeúntes pueden soñar? Me enojo con el río. A cada cosa su lugar. ¡Qué triste el río sin poder sus orillas juntar! ¡ Qué triste el mundo con las gentes desde orillas opuestas, que por distantes son extranjeras ! ¡ Pobres gentes desde orillas opuestas ! ¡Qué huérfano el río que no las puede amar ! No es hermoso ver pasar los barcos desde la orilla, lo alegre es desde el pedestal . Lo grandioso es verlos desde arriba porque solo así, valoras su calar. No es hermoso decir adiós desde la orilla. Lo importante es poder juntar las manos sobre la barandilla. Qué importa que la corriente sea limpia, cristalina, si solo corre de arriba hacia abajo, o al revés, que en definitiva así es la vida; pero qué lindo si allí está el puente y se ve todo ; pero desde arriba . ¿ Quién le dijo al río que el puente se cree superior en desafío? ¿ Qué culpas tienen aquellos que desde la orilla tienden las manos al vacío porque no ven el puente sobre el que podrían estrecharlas sin frío? Para abrazarse sobre él está el puente y no solo para que por debajo fluya la corriente. El río es hermoso y él lo sabe, que bien murmurino y cantador es. Le llaman poderoso, a veces hasta infinito. Siempre desde la orilla. El lado feo del río solo se ve desde el puente: junto al remanso, un remolino.Tal vez por esto al puente no le quieran bien.Yo te invito a que subas al puente y a que contemples el río desde allí. No te asustes, aprende. Junto con la hermosura que verás correr bajo tus plantas, observarás las zonas oscuras, sucias y contaminadas del serpenteo. Observa lo que te ofrece el fondo y descubre entre nidos de algas y turbios remolinos, la hermosura de las cosas feas; no para extasiarte con la realidad inmunda; sino para que con la resistencia de tu ternura, conviertas al abismo revuelto del fondo oscuro, en el espejo plateado que solo ves desde arriba cuando te estancas en una de sus orillas.Ven conmigo al puente de mando que es el del río y no lo creas tonto, ni engreído. Ya no sé si me enojo con el río.Ya no sé si desvarío. ¿Qué culpas tiene el río si el mundo se complace en decirle que es lindo? De todas formas ahí está el puente y desde su pasarela, gentes como tú o como yo, en franca alianza con el frío, nos apretaremos las manos para que el corazón no muera aterido. ¿ Puente o río? ¿Río o puente? ¿Tú o yo? ¿Tú o el mundo? ¿ O el mundo de frente al río? El río, el puente y nosotros.
Ya no tengo más "La noche". Regalé el libro a una persona muy importante para mí porque deseo que aprenda, que para valorar las cosas hermosas de este mundo, es preciso subirse al puente y no contemplarlas desde la orilla. ¡ Ojalá tome partida !

Tiempo viejo prisionero del alba




El Duende de la Nostalgia ha estado revolviendo entre mi valija desvencijada, único equipaje cuando partí de mi tierra, tan pobre ella misma como yo desorientada, demasiado grande para equipaje tan pequeño y excesivamente pequeña para llevar mi esperanza. Anacrónico equipaje entre la multitud, humilde y raída como su dueña, perdida entre las manos que parecían ajenas en un cuerpo escapado de su espacio y de su tiempo, hasta ahora así de intactos en tierra ajena.
Cuando despedí mi mundo iba con mi maleta cargada de sueños y esperanzas, repleta de proyectos y el sol aprisionado entre mis cosas; preñada de abrazos y manos blancas que se multiplicaron en adioses y palabras francas; una maleta vieja soportando entre sus tapas, junto conmigo, la ternura sin palabras.
Llaves de falso broche en cierre tan endeble han guardado el tesoro de mis recuerdos que se niegan a mostrarse porque no hay derecho a delatar la nostalgia que se esconde olvidada; pero viva, dentro de un equipaje cerrado. Sin embargo; un duende curioso por el placer morboso de hurgar entre secretos celosos, ha revuelto mi equipaje y hasta lo más pequeñito de mi alma en cautiverio, reo voluntario por amor, tesoros auténticos del cariño jamás subastados, ni sustituidos, ni violentados; para siempre heridas abiertas que se restañan con besos y se multiplican en auroras cada vez que amanece y la humedad de la almohada delata los anhelos que en el corazón se esconden por el retorno en sueños a tu calle mojada.
Mi equipaje desnudo es nada, manojito de pequeñeces que cabe entre mis palmas... un libro de versos preñados de esperanzas, apuntes curiosos escritos por vanidad sana, cartas viejas con sabor a distancia, flores secas entre cintas rosadas, miniaturas del niño que llevé en mis entrañas y allí están guardadas, fotos que aprisionan rostros de personas amadas, papeles viejos como mis añoranzas, recuerdos vívidos de mis encrucijadas, recuerdos pequeños en haces tan grandes que se desparraman por toda la casa cuando la cubierta hundida de mi maleta rota descorre los broches que los aprisionaban y ahora andan sueltos alborotando el aire que oliendo a caña me azota la cara. En una maleta tan grande el espacio se agiganta; recuerdos tan intensos no caben entre sus bandas. Mi maleta está repleta de besos que allí se aprietan en la quietud de algún rincón oscuro de esta que no es mi casa y esperan, pacientemente, que el duende curioso de la nostalgia desate sus amarras para que yo los sienta sobre mi cara, cada vez que la abra. Mi equipaje no tiene precio porque esos recuerdos permanentes me asaltan estremecedores y recorren de punta a punta mi alma. Si lo abro, suspiros se escapan y murmullos de despedidas se pierden por toda la casa. La mayor parte del tiempo mantengo mi maleta cerrada para que nadie me robe los besos que guarda y cuando la abro, a solas, me bebo en silencio los recuerdos que me regala de aquel mi tiempo viejo prisionero del alba.
Mientras escribo estos apuntes en cuartillas desordenadas, la furia desatada de un avecilla cautiva de mis besos, juguetea con mis notas, destaja con su pico las frases aprisionadas entre las claves de mis versos y mi prosa desbocada y no sé yo si por sed, o por amor, o por inocencia incauta, o quién sabe si para aligerar el peso de mi alma, se bebió una lágrima que rodando sin enojo sobre mi mejilla, iba directamente a emborronar la página rota que soportó con estoicismo el despliegue de mi pluma para llenarla con tanta nostalgia.
Mi equipaje nuevamente cerrado ha abierto mis añoranzas y han desordenado toda mi casa y mi alma. Yo sé que mi maleta está llena de besos para sentirlos en mi cara cada vez que la abra.
- ¿Hacia dónde vas Duende inquieto de la Nostalgia?
- ¡ Vamos ! - Me incita el peregrino - Liberemos al tiempo viejo prisionero del alba.

Estrellas nuevas sobre los sepulcros


Hay un lugar sobre la tierra o bajo ella, que quisiera limpiar con besos; pulgada a pulgada recorrerían mis labios la frialdad del mármol o la oquedad perdida, como se besan los pies de un Rey que ha muerto o los de un santo cuando ha nacido. Allí abrasa el sol, llueve luna y se infiltra la bravura para devolver con gloria de besos el calor, la belleza, la dulzura y la vida, a esos guerreros nobles que no descansan desde sus tumbas. Hay un lugar que limpiaría con besos: la tumba de un guerrero. ¡Estrellas nuevas sobre los sepulcros !
Sobre sus huesos desnudos se cirnió el orgullo; cadáveres andantes que en vigilia incorruptible cabalgan entre la llovizna, el cierzo y el fuego; son simplemente guerreros de la aurora. Muertos sagrados que no podrán ser mancillados con la mediocre blasfemia del que está vivo; son mástiles enhiestos en la profundidad del mar; son astas preñadas de blasones tricolores, firmes a pesar del viento; son estertores de pelea cuando se acaba la batalla; son vivos que andan entre los muertos y desde allí se suman estrellas y dirigen la cruzada. Sobre sus marmóreas tumbas: los besos; para limpiar con la humedad de los labios la mugrienta vileza del olvido y la impotente tristeza de no poder vestir sus huesos con la carne flameadora de una bandera.
Ya sé, hay un lugar sobre la tierra o debajo de ella, que limpiaría con besos, para que el calor de mi boca aliente a los huesos yertos que cabalgan en carrozas de fuego; y los amaría con ternura de fuente porque quién sabe si sedientos, antes de la batalla, no les preguntaron desde cuándo no los humedecía el calor de un beso.
¡Un minuto de silencio para los muertos!
¡Un toque de estrellas para los guerreros!

El naufragio


Todo es nuevo: en las nobles ramas viejas
Nueva es la flor, las hojas, el rocío,
Y hasta el nido debajo de las tejas.
Solo el nido de antaño está vacío.

Henry W. Longfellow

Como náufrago en tierra es el desterrado; huérfano de Patria que es la más terrible de las orfandades.¡ Se quedó sin tierra donde vivir y morir ! ¡ Se quedó sin Patria para la cual vivir y morir ! Desheredados de la música de su lengua, plebeyos sin estirpe en tierras nuevas; extranjeros del sentir en cualquier andén; devorados por las hordas de la adaptación en la vorágine del sustento del diario vivir. Como todo náufrago luchando por llegar a la orilla, aunque distante se divise la orilla y como todo náufrago también, aferrados a la vida como un sueño, a pesar de que solo en sueños se convierta la vida; atrás las raíces, sus alegrías y viejas esperanzas, destierro de afectos y del cielo sin nubes como un ensueño en lontananza; y sobre el surco de las olas: las lágrimas, salobres suspiros que se juntarán con los mares y en remota añoranza llegarán a la desembocadura de un río olvidado, allí fundirán delta y quién sabe si endulzarán las piedras redondas del vado por donde se hunden otros pies cansados que soportan cuerpos de sueños colmados.
El náufrago cala en playa ajena, cubierto de algas enredadas en la cabellera y que le marcan el cuerpo como estigmas, cuerpo ya para siempre encadenado por las cuerdas invisibles del desconcierto. Ataduras invisibles que laceran la piel nueva en unos huesos viejos y como grilletes candentes le marcan el paso lento sobre calles desiertas. Sobreviviente de la furia de las olas que viene a morir asfixiado en las dunas de arena de la playa extranjera. Es un náufrago en tierra que no sabe qué espera, es un cuerpo de sal solidificada, transparente y tan frágil que no resiste el embate altanero de la roca cuando la ola de espuma lo arroja despiadadamente sobre aquella y entonces se rompe; deshecho cuerpo roto cuando a penas comenzaba a probar fuerzas y a tomar aliento; náufrago en tierra firme, descalzo de intentos y vestido con el coraje de los sueños, jirones vivos sobre su esqueleto; tímido marinero del trigo compitiendo con el Universo, levantando barricadas en la oscuridad y el silencio; llevando sobre la espalda las quemaduras del fuego del destierro, mientras suspira por los acentos de un mundo que propio, estrecho y entero, ha cambiado por sueños de otro mundo, amplio, más roto; pero sobre todo... ¡ ajeno ! Y se dice que ha llegado a puerto, comienza entonces el navegar hacia tierra adentro, con la llagas en el alma y la Patria distante dentro del pecho. Lleva el cielo como abrigo y los ojos puestos en algún incierto sueño que le restaure sus pérdidas, aunque a solas sus quejas naveguen en veleros blancos de sus pensamientos y con migajas de esfuerzo construya para su árbol un nido nuevo, aunque sabe que el suyo de antaño, ya para siempre estará vacío. La nostalgia del destierro le desgasta por dentro y se pierde en escaramuzas del recurrente recuerdo que le toma por asalto, dormido, y le recorre el cuerpo cuando, despierto, vacilante y ajeno, sabe que ha perdido su nido y su nombre no será otro que el de extranjero. Aunque pasen los años y en la batalla por llegar al cielo conquiste algún planeta nuevo;
amanecerá cada día con el sabor amargo entre los labios que le recordará que sigue siendo náufrago porque ha perdido su suelo en tierra firme; el sonido del mar bravío y violento le seguirá azotando el cuerpo, como aquel lejano día que sobre playas ajenas lo impulsó el viento y la espuma blanca le desdibujó la anatomía de su cuerpo. Una nodriza nueva estrenará sus pechos; y un náufrago viejo beberá de ellos.

Dedicatoria a los náufragos de amor


Para los náufragos de amor, porque en este Diario de abordo, más que de sus naufragios, con sus historias nos trazan la ruta para llegar a la playa de sus encuentros. ¡ Allí las arenas son limpias !¡ Llegar !
La vida es un eterno navegar; embarcaciones frágiles nos llevan y nos traen por los infinitos mares de la subsistencia. Mares a veces serenos, limpios, tan azules que se beben el color del cielo para hacer más corta la travesía entre alegría y bonanza. Son días felices, cortas edades del vivir, donde se disfrutan con placer infinito, detalles lindos y pequeños; pero que crecen allá dentro del pecho y danzan al compás de la música que provoca el corazón galopante en corcel de fuego de hoguera, tibio y acariciante y así danza la paz del privilegio de vivir.
A veces los mares se tornan bravíos. Tempestades anuncian que las olas gigantes se tragarán tu endeble navío y en desafío pujante harás batalla al naufragio inminente, pensando tal vez, que el fondo del mar será la casa para tus miembros descompuestos, abusados y para tus huesos rotos y perdidos, puede que te aferres al milagro del rescate de ti mismo y entonces, flotando a la deriva el sol te lastime la piel que recubre tu cuerpo y como al diamante, haga carbón tu sentir. Son naufragios propios o ajenos; tardíos o prematuros; pero te laceran, te envuelven, te achican, te reducen. Corazones náufragos del amor, sobrevivientes que cargan cruces y ciñen sienes; desesperados entes que en la batalla por la vida han ido dejando jirones de ella en su paso por la tierra y ensanchando playas con la arena arrancada a cada tramo de su cuerpo, ya pétreo por tantos embates. Corazones náufragos por la pérdida de los anhelos auténticos, cautivos en costas vírgenes donde las caracolas se desnudan para que las cubra el pudor de la floresta; desembarcos abortados para parir auroras y marcar la huellas en arenas teñidas por la sangre de las arterias henchidas y el azúcar balsámico de la savia escondida. Ahí vamos, náufragos, con el corazón herido y una y otra vez restañado; gestando nuevos afanes para regar el surco abierto con las semillas de nuestros amores. Son historias calladas que alguna pluma desfloró de timidez y ahora cantan sobre cuartillas osadas. Son surtidores que refrescan la memoria para mantener latentes las tristes glorias que hacen más fuertes, más nobles y más cautos, los desencuentros de la HUMANIDAD.