domingo, 23 de noviembre de 2008




IV

Carta del más amado a quien mejor lo ha amado.

Amada mía:
Ayer el lucerito del oeste no me devolvió tu mirada, el viento no me rozó más la mejilla y cuando rodeé un talle, mis manos ya no abrazaron más. Ayer me miré al espejo y este me reflejó una cabellera con hebras de plata; pero yo pensé que por cada una de ellas tú habías donado todo el oro de las tuyas.¿Cómo son ahora tus cabellos ? Yo los beso uno a uno, amada mía. Durante todos estos años tus cartas han sido mis lanzas y cada beso que me has enviado: mi coraza, y por cada abrazo he conquistado un tramo de mi camino. Bien sé que me has sido fiel, nadie me ha amado tanto como tú y a nadie he amado como a ti .Los febreros ya suman diez y me muero por volver a verte. He sentido un miedo muy fuerte cuando he cerrado los ojos y tu rostro se me ha perdido entre la maraña de la distancia, he pensado que el olvido está tejiendo trampas y he llorado mucho ante la imagen que imploro y he sentido más miedo aún imaginando que quizás contigo el despiadado olvido ya haya retozado. ¿Me has olvidado? ¿Por qué cuatro semanas no han traído tus cartas? Maldigo mi egoísmo. Yo te amo, yo te amo, no te he olvidado. He tejido edredones con tus palabras, he resistido tempestades solo con tus besos en la distancia, me he abierto trochas con el calor de tus brazos... Ahora siento un frío terrible que me ha recorrido el cuerpo y se me ha alojado en un lugarcito al lado izquierdo del pecho.
Si me estás amando como siempre, haz que yo lo sepa. ¿Estoy en ti, amada mía? Tú, más que nunca estás en mí. Vuelve.
Tu amado
Carta 480
Un lugar del mundo

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