martes, 23 de junio de 2009

El deseo


Durante muchos años he reprimido un deseo. Hablo de ese movimiento de la voluntad que apetece algo, por lo que he experimentado la convicción de ser una deseosa frustrada. Es un deseo enfermizo. Ahora siento que voy a satisfacerlo y el cuerpo entre temeroso y excitado, se convulsiona ante la consumación...
En varias ocasiones he estado tentada de prescindir de principios éticos y lanzarme al disfrute de la morbosidad. ¿ Qué se sentirá mientras se está haciendo? Pienso que lo sensacional está dado por lo oculto que se precisa. Si se tuviera el valor de actuar a la luz, creo que se perdería el encanto. Lo que enerva es esa vigilancia constante donde el bien y el mal entran en contradicción.
Todo, por fin, se concilia para cometer el acto. El sitio es bastante solitario. Se oyen voces; pero no es probable que alguien se acerque. Aquí somos dos: Mi deseo y yo. Me decido ahora o no será jamás. ¿ Cambiará todo después de la consumación ? Pensé que sería más fácil. Ahora ya no estoy muy segura. El escenario está algo velado, sin embargo logro ver lo esencial. Comienzo el ritual. Estoy temblando. Mi grado de excitación va en aumento. ¿Dónde, dónde lo tengo? El contenido del bolso se desparrama sobre el piso de granito debido a mi nerviosismo y a la prisa. Lo tengo, lo tengo... Ah... Pensé que sería mas grande; pero da igual... Disfruto el momento...Voy a caer...¡Qué temblor más delicioso!...Voy a realizarme. No quiero pensar en lo que sucederá después. La pared.Yo pegada a ella hurtando mi sombra. Manipulo. En verdad que es algo pequeño; pero a estas alturas no puedo escoger.
Tomo el creyón con soltura. Me cercioro de que nadie me ve y sin pensarlo más se suelta mi deseo entre el placer y el miedo: una, dos, tres ... ¡Qué bien me siento! ¡Qué placer! ¡QUE PALABROTAS HE ESCRITO EN LA PARED!
Ahora ya sé por qué las paredes de los baños de las escuelas son un inmenso mural colectivo; pero de artistas anónimos. ¡Nadie me vio!

Dedicatoria:Para el niño que todos llevamos dentro.