domingo, 26 de diciembre de 2010

Una carta de amor




Amor:
Me dueles allá donde no llegan las voces, allí la sangre se arremolina y sucumbe por una caricia a flor de la piel. Amor de otros tiempos, recuerdo tu esencia en los dedos convulsos erosionando mis montes. Un día te marchaste y contigo, se marchitaron las rosas de mi frente. Perdí el rumbo y me perdí en quién sabe que amores rotos. Ya no te extraño, ahora me aquietas en cada verso y en cada niño que pudo ser tuyo. Te sueño leve, como si despertar rompiera un hechizo. Fuiste, Amor, de mí. Fui, Amor, de ti. Fuimos, Amor, de los dos. Recuerdo el roce del primer beso, en la misma forma que una mariposa vuela a fundirse con la luz, así era capaz de quemar mi vuelo por ti. Se nos perdió, Amor, el camino. Abrazábamos al Sol y aún nos faltaba calor, queríamos morir en busca de la Luna sin testigos y luego rendirnos en los bancos de las aceras, ebrios de luz. Nos faltó locura, se nos perdió el olor, Amor. Nos faltó el coraje para lanzarnos al infinito y ahora, el tiempo vertical nos ha convertido en dos puntos distantes y paralelos. Esta llovizna que acaricia mi piel fue el aguacero devastador que inundó nuestros mundos. Es probable que en el infinito nuestras manos sigan entrelazadas, si no, ¿por qué mis nudillos sangran?

Amor conoce de celo


Algunas personas dicen que el amor con celos es enfermedad de amor. Discrepo. El amor con celo es genuino y sano. Poner celo en el amor es ir por el mundo poniendo amor sobre amor. Y digo que sé muy bien que “celos” no es lo mismo que “celo”. Celo no es retener para sí; es desear que al amor no lo lastime ni el rocío. Los celos muerden al corazón; el celo lo besa. Es darse y todavía creer que te faltan razones para seguir amando. Los celos duelen; el celo calma. Pueden llevarse tu amor y aún te queda mucho más dentro de tu ser para repartir, ese es el celo. Los celos son desconfianza y enfermedad; el celo es bonanza y esperanza de que jamás salga herido el amor. Amor con celos no es amor; el celo en el amor lo ennoblece y lo hace eterno. Amor, yo te hago un monumento con celo. Ojalá seas mi dueño. Las ofensas del celo son besos. No lastiman esas llagas, se lamen y se curan solamente con una palabra: gracias.

lunes, 1 de noviembre de 2010

El primer día


Allí la dejé. Sentada con los pequeños brazos sobre la mesa circular y una mirada de asomo en sus ojitos muy abiertos. Parecía una flor en botón arrancada del tallo negado a dejarla ir. Apenas musitando bajo sus miedos y curiosidades el inicio de su despertar. Una ternura infinita se apoderó de mi corazón al ver a mi niña por primera vez huérfana de brazos de padres. Pero alumbraba todo a su alrededor y poco a poco, su mirada se fue desprendiendo de la mía. Así la dejé en su primer día de escuela, ahora para siempre su segundo nido. Aunque pasen los años esa carita alzada al viento y los ojos en escondite jamás los olvidaré. Es treinta de agosto del dos mil diez y hoy comienza para mi niña el tránsito por la vida escolar. Allí la vi. Allí la dejé. Estas son las pequeñas grandes cosas por las que caminará a partir de hoy y que para bien sean. Un día ya el botón de flor no necesitará de ramas que lo sujeten y hasta entonces aquí estarán mis brazos para cobijar todos sus derroteros, si Dios me concede la gracia. Al regreso parecía una mariposa con las alas abiertas estrenando color. Cuando se cerraron alrededor de mi cuello descubrí un olor nuevo disuelto en su cuerpecito menudo: el olor de la escuela.

Equilibrio


Ayer dejé a mi niña con la faldita pintada en flor. Se quedó con el rocío sobre la cara. Mi niña no entiende por qué mis cantos no durmieron su almohada y soñó con la distancia sin alas. No comprende la luz sin mi adiós, abrió una ventanita de sal y el eco despertó en las campanas. No sabe ni niña por qué mi pañuelo de miel ha cruzado los mares sin sus papalotes. Yo no estaba.
Hoy regreso a mi niña soberana con una corona de besos para adornar su frente. Pongo a sus pies mi equipaje repleto de sol, palmeras y mañanitas. No lo aceptó. Persiste en trocarlo por su faldita, ausente de las flores primeras que la premura de mi ausencia dejó olvidadas.Ya nada es igual. El trueque no mueve la balanza. Su faldita se abochornó de la distancia.

lunes, 16 de agosto de 2010

De lágrimas y violetas


Alguien amado me ha dicho, después de leer mis textos, que más que letras son una “plegaria”. El primer sentimiento ante semejante crítica, fue de frustración. Tras una segunda reflexión, he decidido extraer lo más hermoso de ese comentario y redimir a mis letras de toda responsabilidad (A partir de ahora, el acusado será mi corazón). Creo nos salvaremos los tres: los textos, los sentimientos y yo. ( O nos condenan, que andamos juntos en este camino de lágrimas y violetas).
El artista refleja en sus obras su corazón. Así va encadenando creación y escuela. A esta aprendiz de letras la traicionan ambos. La creación le salta la página y la escuela solamente ha sido la vida. No se pueden describir alegrías con las manos vacías y extendidas al infinito en espera de quién sabe qué milagro de amor. No es posible dibujar una carcajada cuando la boca apenas conoce de alguna sonrisa escapada del suspiro eterno que es alma. No se puede gritar al viento cuando el eco se disdibuja en la garganta. Callada es la risa ante el dolor. Imposible dulcificar el destierro si se ha perdido a la Patria. Hipocresía enorme celebrar el arribo a puerto cuando han naufragado todas nuestras partidas. Es demasiado pedir a la
pluma que componga serenatas si la Luna bajo un cielo ajeno se lava la cara a cada instante para ocultar sus ojeras; no se pinte de azul el mar embravecido en tormenta de pasiones; no pretendas que las violetas se abracen con el Sol: morirán. Cuando los sueños son rebeldes, no oses cortarle las alas y que la almohada, al amanecer, olvide la desgarradura que provocan las lágrimas. Cierto es que mis textos parecen plegarias clamando por la paz de la esperanza; es verdad la lágrima linda que lucha contra la distancia y el desamor; no importa el color de tu canto siempre que pueda taladrar el muro que le pone cadenas y lo acalla. Si los sueños se te perdieron entre las manos cuando saboreabas la dulzura del mañana: no culpes a la almohada, llora donde te vean y deja que las lágrimas pinten tu mirada. Si le debes a la tierra algún muerto amado no puedes andar por el mundo olvidando sus huesos como si nada; si los hombros de los amigos huyeron de tu lado, ¿cómo cuentas las estrellas sin que te duelan en la raíz de la sangre? ¿qué espalda te ayudará con tu equipaje cuando ya el pecho no soporte la carga? Miente cuanto quieras, poeta de la nada, que nadie te creerá una palabra. Esa palabra que lo dice todo anula tu confianza: amistad. Bébete de un trago la soledad y disimula la espada en la garganta. Si la lejanía cubre tus ansias y todo regreso asume una partida, esconde o exhibe tu nostalgia, no hace falta que disimules la ausencia de suelo bajo tus plantas… asume con entereza la batalla. Si esto es una plegaria, ¡sálvanos, Dios, no permitas que mueran las violetas, ni que el mundo olvide tantas lágrimas! Y sí, es una plegaria. Amén.

miércoles, 24 de febrero de 2010

VOLVER

Volver no es regresar. La vuelta solamente se parece al retorno. El retorno no es regreso; son palabrejas que se emplean para disimular las ansias escondidas en cada tramo de camino recorrido que por distante se confunde con olvido. Cada vuelta nos recuerda que en la distancia algo se ha perdido. Quedaron atrás las calles testigos de nuestros pasos en la tierra que nos parió cuando el amor fundó la simiente de nuestro ser dueño de cada centímetro de piel sobre el esqueleto. Este volar de ensueños nos desgasta de anhelos sin visualizar el punto distante de la desnudez. No supimos cuándo quedamos descubiertos de amores y cubiertos de distancias. Dicen que el regreso es para siempre. No se adivine el punto exacto de las lindes. No se puede. Volver es regresar mañana o siempre; regresar es quedarse con las lunas y los soles y la tierra y el aire y con la vida…Se vuelve como las mariposas; se regresa como la raíz. Duele el volver; canta el regresar.
El retorno no es regreso y eso bien lo saben los ojos perdidos entre las nubes en busca del punto distante donde se perdieron los sueños y se hizo vieja la esperanza. Ahora no importa si llueve o si la sombra de los aleros cobijan tus pasos y tu sombra. No hay aleros y la sombra es un eco en cuidades ajenas. Arde la hoguera en el centro mismo del pecho en cada retirada. No es el volver lo que ansían los brazos desnudos y vacíos. Cada encrucijada te achica y ya no sabes si no creciste o fueron los recuerdos que se convirtieron en gigantes y allá en sus plantas te aferras como pigmeo. Esto lo sabe el que vuelve sin regreso y el resto es apenas un teorema sin demostrar. Si has vuelto con el equipaje costoso de sueños, vacío; entonces y solo entonces conocerás el precio de regresar. Alas, hagan que su nombre no pierdan el sentido y ábranse hasta los confines donde los pies perdieron el andar. Entonces hablemos de regresar. Mientras tanto, juguemos a volver.

martes, 16 de febrero de 2010

Le llaman Ausencia

A veces la confunden con Distancia y otras, la mezclan con Olvido; pero esos no son Ausencia. Reto a la lengua y me atrevo a definirla. Ausencia es más que la distancia y menos que el olvido; hay distancias sin ausencias y sin olvidos. Hay ausencia sin olvidos aunque medie toda una eternidad de distancias. Ausencia es perder la luz del Sol aunque este caliente cada día, es sentir una soledad de eco entre la piel y el esqueleto, ahuyando te quieros. Ausencia es quedarse sin Lunas y sin estrellas; es beberse la inmensidad del azul y todavía morir de sed. Morir de ausencia es vivir con los brazos extendidos y con los labios fríos. Vivir de ausencia es morir con el calor del cuerpo y de los labios, intactos. Llamo Ausencia a la irreverente desconfianza de tener lejos lo que puedo palpar, y no es que la llame , es que se sienta a mi lado y me acaricia hasta despeinar mi cuerpo y luego me ata y me amordaza; es un verdugo Ausencia. Yo tomo venganza ante tanta maldad y me refugio en las distancias para mantener latiendo cada centímetro de olvido y no les dejo entrar: mi piel es la barricada para mi corazón sin Ausencia, sin Distancia y sin Olvido.