viernes, 30 de enero de 2009

Alas rebeldes (V)


Capítulo V

Éxtasis

Maka come de mi plato y bebe de mi copa. Costumbre esta que compartimos casi desde que nos encontramos aquel septiembre; ella moribunda y yo emocionada.
Prueba mi comida y si le gusta , hace su banquete. Degusta mi bebida y si le complace, hace festín.¡Pobrecilla Maka de mi corazón! Casi le cuesta la vida esta afición.
Un día probó de mi copa el vino dulce,despojo de un tardío encuentro de aniversario. Mi Maka no sabe de vicios, ni de vinos... solamente es catadora inconsciente y ahí comenzó esta desventura donde mi responsabilidad perdió toda la cordura. Mi vino dulce la conquistó... y la embriagó. Cayó desmayada , yerta, exámine cuerpecillo, anestesiado , ofreciendo un grotesco cuadro de embriaguez.
La lengua fuera del pico, los ojos entreabiertos, las paticas extendidas su menudo cuerpo sin aliento, estirado y feo: la muerte parecía y haberla robado. Mi irresponsabilidad casi llevó a Maka a su último vuelo, no hacia el sol, sino hacia el interior de la tierra.
No respondía ante mis lamentos; ni al café amargo, ni al agua helada sobre su cabecita caída...¡Se moría mi cotorrita! Pasaron varios minutos que se transformaron en horas, antes de que mi avecilla diera los primeros síntomas de reanimación; y siglos antes de que sus oscilantes paticas sostuvieran a su desmadejado cuerpo.¡Maka se embriagó con mi vinillo dulce!
Ahora al evocar aquel episodio, resulta simpático; pero ese funesto día asistí a un espectáculo irreverente y despiadado. Le he pedido disculpas en todos los tonos. Ella me ha perdonado... porque sigue besando mi boca y cantando para mí.Yo no me perdono...

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