lunes, 1 de noviembre de 2010

Equilibrio


Ayer dejé a mi niña con la faldita pintada en flor. Se quedó con el rocío sobre la cara. Mi niña no entiende por qué mis cantos no durmieron su almohada y soñó con la distancia sin alas. No comprende la luz sin mi adiós, abrió una ventanita de sal y el eco despertó en las campanas. No sabe ni niña por qué mi pañuelo de miel ha cruzado los mares sin sus papalotes. Yo no estaba.
Hoy regreso a mi niña soberana con una corona de besos para adornar su frente. Pongo a sus pies mi equipaje repleto de sol, palmeras y mañanitas. No lo aceptó. Persiste en trocarlo por su faldita, ausente de las flores primeras que la premura de mi ausencia dejó olvidadas.Ya nada es igual. El trueque no mueve la balanza. Su faldita se abochornó de la distancia.

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