lunes, 16 de agosto de 2010

De lágrimas y violetas


Alguien amado me ha dicho, después de leer mis textos, que más que letras son una “plegaria”. El primer sentimiento ante semejante crítica, fue de frustración. Tras una segunda reflexión, he decidido extraer lo más hermoso de ese comentario y redimir a mis letras de toda responsabilidad (A partir de ahora, el acusado será mi corazón). Creo nos salvaremos los tres: los textos, los sentimientos y yo. ( O nos condenan, que andamos juntos en este camino de lágrimas y violetas).
El artista refleja en sus obras su corazón. Así va encadenando creación y escuela. A esta aprendiz de letras la traicionan ambos. La creación le salta la página y la escuela solamente ha sido la vida. No se pueden describir alegrías con las manos vacías y extendidas al infinito en espera de quién sabe qué milagro de amor. No es posible dibujar una carcajada cuando la boca apenas conoce de alguna sonrisa escapada del suspiro eterno que es alma. No se puede gritar al viento cuando el eco se disdibuja en la garganta. Callada es la risa ante el dolor. Imposible dulcificar el destierro si se ha perdido a la Patria. Hipocresía enorme celebrar el arribo a puerto cuando han naufragado todas nuestras partidas. Es demasiado pedir a la
pluma que componga serenatas si la Luna bajo un cielo ajeno se lava la cara a cada instante para ocultar sus ojeras; no se pinte de azul el mar embravecido en tormenta de pasiones; no pretendas que las violetas se abracen con el Sol: morirán. Cuando los sueños son rebeldes, no oses cortarle las alas y que la almohada, al amanecer, olvide la desgarradura que provocan las lágrimas. Cierto es que mis textos parecen plegarias clamando por la paz de la esperanza; es verdad la lágrima linda que lucha contra la distancia y el desamor; no importa el color de tu canto siempre que pueda taladrar el muro que le pone cadenas y lo acalla. Si los sueños se te perdieron entre las manos cuando saboreabas la dulzura del mañana: no culpes a la almohada, llora donde te vean y deja que las lágrimas pinten tu mirada. Si le debes a la tierra algún muerto amado no puedes andar por el mundo olvidando sus huesos como si nada; si los hombros de los amigos huyeron de tu lado, ¿cómo cuentas las estrellas sin que te duelan en la raíz de la sangre? ¿qué espalda te ayudará con tu equipaje cuando ya el pecho no soporte la carga? Miente cuanto quieras, poeta de la nada, que nadie te creerá una palabra. Esa palabra que lo dice todo anula tu confianza: amistad. Bébete de un trago la soledad y disimula la espada en la garganta. Si la lejanía cubre tus ansias y todo regreso asume una partida, esconde o exhibe tu nostalgia, no hace falta que disimules la ausencia de suelo bajo tus plantas… asume con entereza la batalla. Si esto es una plegaria, ¡sálvanos, Dios, no permitas que mueran las violetas, ni que el mundo olvide tantas lágrimas! Y sí, es una plegaria. Amén.

1 comentario:

M. Angel dijo...

Antonia Blasa, Dios te conserve vida para que sigas escribiendo tan lindas "Plegarias" Tu texto está lleno de lindas reflexiones, que hacen ver la la realidad de lo que bien cantas.
NO ES POSIBLE DIBUJAR UNA CARCAJADA
CUANDO LA BOCA APENAS CONOCE DE ALGUNAS SONRISAS ESCAPADAS DEL SUSPIRO ETERNO DEL ALMA
Todos tus versos son dignos de destacar por el valor de los mismos


Abrazo sincero
M. ángel